Y el vacío ha
llegado a tus ojos como una nube infinita
Que apaga la
luz de la vida y de la lucha.
Los jardines
colgantes de tu sonrisa arden en los ojos de la decadencia.
Aprendes lo que
no se puede borrar.
Estos tiempos
de ácido discurso queman la falsedad.
No hay
redención certera entre tus muslos.
Y floto mecida
con las alas de un sueño ardiendo.
Unas manos sostienen
el universo manteniendo el orden de la condena.
Suelto al
viento mi cabello para poder decir que sigo viva,
Que no me han
matado todavía.
Escribo blando;
Escribo suave;
Pienso en ese
cadáver
Que cuelga
despellejado de mis manos.
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