"Morituri te salutam"
Me balanceo sobre la punta de los pies,
en el finísimo hilo de la cordura.
Sólo el huracán podrá anclarme.
Ahí se sostiene esa parte de mí
que siempre apunta al cielo,
en la flecha que reside lo que
no tiene dueño, hora, ni precio.