Los huesos saben más de lo que necesitamos en la vida que el propio cerebro, que la razón y que incluso la misma sangre.
Cuando los huesos gritan venganza, lujuria o amor, nadie tiene dudas.
Nuestros huesos son como los círculos concéntricos del tronco de los árboles, marcando los tiempos, las edades; son también nuestras raíces conectadas a la Tierra.
Llegan a ser todo lo que debemos saber de nosotras mismas.
Sólo tenemos que aprender a escucharlos para que la vida sea más clara, nunca más sencilla.
Si tus huesos arden por la lujuria, quémate.
Si tus huesos claman venganza, véngate.
Y si tus huesos gritan: "ataca o huye"; obedécete.
Si los escuchas, si dejas que te guíen, pase lo que pase, cuando todo acabe, sanarás.
Y sabrás que has atravesado la tormenta
Y que has abandonado todo lo que era necesario abandonar.
Y la vida volverá a vibrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario