lo que puedes llevarte o lo que crees cierto.
Tampoco suele ser lo que creemos seguro, ni la
sangre entre las piernas ni el semen al correrte.
Seguramente tenga que ver con acordarte, cuarenta
años después, de aquella canica de ojo de gato
que llevabas en el bolsillo; del vértigo del subidón o
del primer beso de verdad (hay muchos primeros
besos de verdad).
Tendrá que ver con acordarse del último abrazo que
te diste con alguien o de la primera mañana en
la que tu almohada escondió una maraña de rizos
negros.
Lo auténtico, es la sensación, es lo efímero; es ser
poderosa sólo porque estás viva y sopla el viento
a favor.
Es sentirte hermosa aunque lleves tres noches sin
dormir y te tiemblen las manos.
Lo de verdad es la cara de ratita en una foto rara.
Es todo lo que nos define pero jamás nos determina.
Lo de verdad es la línea, la letra, el compás, la voz,
el encuadre.
Todo, todo el resto es mentira.
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