jueves, 28 de enero de 2021

Hace siglos


Somos el vacío, la ausencia que no ves en esa fotografía donde lo no reflejado es lo determinante; la literatura de nuestros días, la nada devorando a la nada.

Camino por estas calles que nunca fueron mías y continúa repitiéndose la imagen de esos niños que asesinan para dejar de ser inocentes.

Sigo viendo segundas oportunidades que permanecen en los escaparates sin ser adquiridas.

No pagaremos el precio, dejamos así sin doblegar esa falacia que algunos llaman destino.

Cada línea de tus manos, cada poro de tu piel, permanece en nuestras bocas como gesto que no será tatuaje contra el olvido.

No somos leña, ni aire, ni trueno.




Somos sucios sueños, sucias lenguas que arañan y envenenan la quijada de la muerte a base de crear recuerdos.

Cuando desea la navaja de la palabra...


¿Cómo cabalga sobre su yegua blanca?


¿Cómo embarulla sus pasos?


¿Cómo renace tras la entrega?


Siendo cielo e infierno, siendo voz cobarde, escondiendo lo más real, lo más sincero.

Y la luz se hace aliento, espejismo de una silueta dibujada en el suelo.


Mientras él escribe con poca verdad historias de pérdida y destierro.


No sabe siquiera del estertor último que se balancea entre su cuerpo y mi cuerpo.

Mis hormiguitas escriben el entretejido de nuestro mapa mundi, luego yo las voy borrando ahora que aún estoy a tiempo.

La mierda nunca engaña, nunca promete el cielo.



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